Igual, se equivoca. Lula sí lo notó. Lula siempre lo nota...]
Vive pendiente de ella, aunque Jeanette no se entere. Es tanto para ella... La adora, aunque no se de cuenta. Ella sí se da cuenta de lo que le pasa, ella se da cuenta de que sufre y se da cuenta por qué. Lula le vio los moretones, sabe que su novio le pega, y mucho. Daría cualquier cosa por pararlo, por ayudarla... daría cualquier cosa porque Jenny no lo quisiera tanto como para perdonarlo, para justificarlo...porque la quisiera a ella... Lula no la haría sufrir, no la lastimaría, la cuidaría... Se muere de ganas de cuidarla...
Se siente sola, y los sentimientos de dolor le dan frío. Se acurruca un poco más en los brazos de su novio.
El la abraza tiernamente, sin sospechar que la chica de su vida ya no lo quiere como antes.
Diego tiene diecinueve años y hace tres que está de novio con Lu. Hace tres que la viene peleando. Él sabe que está solo en la relación, que viene remando sin compañía, pero no le importa. Si sabe que Lula es todo para él, por ella daría lo que fuera. Sí, le encantaría que ella lo quisiera igual, pero para eso tiene tiempo... El amor crece, él lo sabe... Todavía puede hacer que se enamore de él, que lo quiera, que lo necesite... Total, está siempre al lado suyo... Tarde o temprano se va a dar cuenta de lo que vale...
La ama con locura, y se lo demuestra día a día. Dejó todo por ella, sus amigos no la querían, sus talleres no le dejaban tiempo libre, dejó piano, dejó tae kwon do, incluso a la chica con la que salía... Estuvo diez meses tratando de conquistarla. No se arrepiente. Sabe que Lula lo quiere, y sabe algún día lo va a querer tanto como él a ella. Si le dio una oportunidad y ya iban tres años, ¿por qué no amor?
Llega Mar con los bizcochitos. Tiene las mejillas frías y coloradas, el viento está fuerte. Devuelve la plata que sobró; cuenta las moneditas, no quiere darle de menos a nadie. Ella no tiene nunca cuentas pendientes. Se saca la bufanda, el pasillo está frío, pero al lado de la calle es una pavada. Encima la escalera la mató. Lo suyo no es el deporte, su vida está en las letras. En realidad no sabe bien en dónde está su vida, pero por ahora con periodismo está feliz. O casi feliz. Hasta donde le permite su tiempo está feliz. Vivir corriendo no es ser feliz, pero vivir sola es vivir corriendo. Y ella siempre estuvo sola. Desde que llegó de Tandil se bancó sola, no puede dejar que nadie maneje su vida, ella es un alma libre, y está orgullosa de ello. Mete los pies debajo de la pollera y abre el paquete de agridulces. Sabe que más de uno se va a quejar de que faltan los de grasa, pero en su casa el mate se toma dulce y éstos toman amargo o con edulcorante, le hace falta un poco de azúcar. Piensa que está bueno como metáfora de sus días, pero ahora no tiene papel a mano como para anotar. A la mañana se dejó la mochila en el bondi, bendita costumbre de dormirse. Perdió todo. Ahora a hacer mil trámites, pero no tiene ganas de pensar en eso. Le duelen las fotos de la billetera, están sus sobrinos ahí, lo único que extraña realmente. Sabe que si vuelve a aparecer la mochila, seguro que nunca hubo plata adentro. El sistema está podrido y la gente no es mejor.
-Mati ya viene, paró en el quiosco. Se quedó sin puchos, la chimenea. Yo me cagaba de frío así que me vine. ¿El mate para cuándo?
(...)
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