...¿Hasta dónde te permitís volar?...



lunes, 26 de enero de 2009

El Pañuelo,

por Silvia Schujer


Lo qe pasa en la pantalla
es terrible. Decir tristisimo es poco.

El cine es un mar de
sollozos ahogados.

Cuando siente qe los ojos
de le llenan de lagrimas, Marilin abre la cartera.

Primero extrae un manojo
de llaves qe apoya en su falda. Todas amarradas a un huevo dorado con piedras
incrustadas en los polos: el llavero.

Enseguida saca un peine,
un cepillo de dientes y un espejito de mano. Despues del espejo, sus dedos se
estrellan contra un frasco de perfume metido en una bolsa de nailon de esas qe
usan en los supermercados para pesar verduras. O las
frutas.

Sin qitar un segundo los
ojos de la pantalla, Marilin extrae de la cartera un par de anteojos de sl, el
estuche, un rouge, una caja de chiclets Adams, una billetera, el portadocumentos
qe le regalaron, un rollito de papel higienico qe siempre guarda por si le
vienen ganas de ir al baño en un bar. Cospeles y un
sacapuntas.

Cuando su falda qeda
completamente ocupada aprovecha la butaca de la izqierda qe esta libre y acomoda
la linterna, el encendedor, la agenda, las biromes y el pastillero qe aparece en
un recodo y dias antes diera por perdido.

Entre tanto, lo qe pasa en
la pantalla sigue siendo muy triste.

Marilin siente qe la
cartera se moja con el agua de los ojos y acaso de la nariz. En una busqeda a
esta altura descorazonada saca una cajita con cuatro cartuchos de tinta lavable,
una hebilla con moño, el costurero de bolsillo qe le han vendido en el tren.
Veinticuatro papelitos sueltos con direcciones y telefonos, tarjetas navideñas
de UNICEF, la plantilla de un zapato qe le qeda grande, el carnet de pileta, la
receta del pedicuro, el monedeto con el cierre roto, la agujereadora qe
eqivocadamente de ha llevado de la oficina, las entradas de un concierto al qe
ya fue, un enchufe de tres patas, caramelos para la tos y dos autitos de carrera
del sobrino de una amiga.

Cuando Marilin encuentra
su pañuelo, la pelicula ya ha terminado hace qince
minutos.

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