Sale el sol.
Se despierta primero qe nadie, ilumina.
Repite su rutina: se eleva, brilla, despierta.
Se levanta y ve las mismas caras, las mismas situaciones.
Parpados cerrados abriendose levemente ante el destello del sol en la ventana.
Persianas cerradas impidiendo qe se filtren sus rayos hacia qienes permanecen un rato mas en la cama.
Autos qietos sobre calles dormidas, levemente humedos por el rocio de la mañana.
Nubes blancas sobre el cielo oscuro qe ira aclarandose con el pasar de las horas y el ascenso del sol.
Ve caras dormidas, de gente qe ya esta despierta.
Ve caras dormidas, de gente qe aun no se ha acostado.
Ve caras tristes, caras felices, ve todo por debajo de el.
Ve vuelos de pajaro, mas cercanos a el qe nadie.
Desde la altura se permite observar todo por debajo de el, todo un mundo a sus pies, todos marcando su tiempo de acuerdo a Él, al Sol.
Las agujas avanzan sobre el reloj, el sol avanza sobre el cielo.
Es mediodia y qema, justo encima de la cabeza. Quema y sigue observando todo a sus pies.
Las caras cambian, la gente ya no duerme y la ciudad hace horas qe se termino de despertar.
El ruido aumenta, el movimiento tambien.
Solo El sigue impasible, ajeno a los apuros terrenos, brillando sobre las cabezas mas qe antes.
El tiempo no se detiene, el sol tampoco.
Cae la tarde, el cielo vuelve a oscurecerse, el sol cada ver mas bajo. Pero sigue arriba, sigue brillando, cada vez con menos fuerza pero siempre presente.
Brilla hasta qe no puede mas.
Se agota y da paso a la luna, qe brilla con su luz.
Solo un par de horas, y volvera a su rutina, a levantarse primero, a ver las caras dormidas, a subir y volver a bajar, a volver a brillar...
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