...¿Hasta dónde te permitís volar?...



miércoles, 19 de agosto de 2009

14 Puñaladas

*
Una y otra vez me hirieron. Una y otra vez vi mi alma sangrar.

Algunas heridas sanaron rápidamente, otras dejaron profundas cicatrices.
Algunas veces sólo rozaba la superficie, pero otras el dolor penetraba hasta lo más hondo del corazón.
Algunas heridas parecieron eternas y el tiempo las borró como si fuera el mar llevándose las huellas de la arena. Algunas heridas parecían efímeras y hoy siguen acompañando cada uno de mis latidos.

Cada una es diferente, aunque algunas se parecen. Cada una cuenta su historia, aunque algunas se entrecruzan. Cada una lleva una espina clavada en su centro, haciéndola imposible de cerrar. Cada una sangra hasta la última gota...

Una de las heridas atraviesa mi corazón de lado a lado.
Es la traición de un amigo. Es algo que se clava profundo y jamás se va, algo que se agranda cada vez que te toca perdonar...

Otra es chiquita, pero lastima por estar bien honda.
Es una palabra de desprecio en los labios de mi padre. Se tapa con palabras dulces y de aliento, pero se vuelve a vaciar con el sólo recuerdo de la mirada fría en sus ojos.

Una tercera se agranda cada tanto.
Es la más extraña, porque larga un dulce sabor cad vez que se presiona. Es el recuerdo de un amor.

Hay una punzante.
Es una frustración del pasado. Con el tiempo fue cambiando, estoy segura de que antes era mas grande...

Hay tres que tienen la misma forma, aunque ninguna es igual de profunda que la anterior.
Son tres broncas que me guardé para mí y nunca dejé salir.

Tengo también una que no se ve.
Va de atrás hacia adelante y quema. Ésa me la dejó una persona en la que no pude confiar.

La herida de más abajo todavía sangra.
Es de cuando me lastimaron y no supe perdonar.

Otra está casi curada, pero a veces vuelve a abrirse.
Es un viejo vicio que no se termina de resolver.

Hay otra muy particular.
Tiene los bordes desgastados y no es tan profunda como las demás. Es apenas un huequito abierto a fuerza de rasguños... uno por cada vez que me sentí ignorada.

Otra es finísima, como si una aguja hubiera atravesado mi pecho.
Me la hice yo, una vez que me sentí muy sola. Es la que más dolió.

El costado de mi corazón está todo lastimado.
Fue el mundo, de tanto decepcionarme.

Pero la que más duele es una herida abierta y profunda justo en el medio.
Es un agujero, un espacio vacío que no se puede llenar. Duele, quema, lastima... Es como si tuviera todavía el cuchillo clavado, un cuchillo afilado y caliente desgarrándome las ganas y abriendo mi corazón en dos... Es un hueco que ya varias veces intenté llenar. Tiene una forma muy particular y diferente, y no hay pieza que encaje. Es una ausencia y se abrió cuando te fuiste para siempre.



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