por Pamela Abburrá
Me llamo Cielo, soy una chica común y corriente.
Más que chica ya soy toda una adolescente,
casi una señorita con mis 18 años.
Tengo una vida normal, con amigos, el colegio, mis talleres extracurriculares, la computadora, la tele, mis viejos.
En realidad no soy feliz, porque ninguna chica de mi edad lo es completamente, siempre algún problema hay,
pero tampoco me puedo quejar de la vida que tengo.
Pero, empezó el invierno.
Esa época del año en la que hace mucho
frio, en la que uno quiere dormir todo el día y no levantarse, y yo no soy más
una más de las que quiere que el invierno pase.
Una parte del año que pone a la
gente melancólica.
Y yo ni te cuento cómo me pongo.
Pasa que, hace unos años, perdí a una persona que quería muchísimo, a nivel sentimental.
Tampoco es que fuera
reciente, de hecho, ya iban a ser tres años de esto; pero me sigue afectando.
Les paso a contar mi historia.
Hace tres años yo era una nena, con todas las letras.
Tenía 15 años cuando lo conocí a él.
Tomás.
Era no sé, el chico perfecto, o eso creía
yo. Quizás lo sigo pensando, pero no es la cuestión. Era más de lo que yo podía pedir, y llego a mí sin que lo busque.
Dicen que cuanto menos esperas las cosas aparecen, y parecía ser cierto.
Había llegado a mí el príncipe azul que todas buscan, mejor dicho, buscamos.
Lo conocí y fue perfecto, todo soñado,
inmaginable.
Pero, ninguna historia tiene un final feliz, y eso lo digo hoy en día, por experiencia propia. No, no fue el único que me lastimó en mi vida, pero fue uno de los que más me lastimo.
El mayor problema fue no ser lo que parecía, de un día al otro todo salió a la luz y resultaba ser todo una mentira.
Pero en mi mente él quedó como un ejemplo, de lo que en su momento demostraba
ser obviamente.
Quedó como el hombre con el que comparo a todos, y al que nadie pudo superar. Lamentablemente, nadie lo pudo superar, ni me pudo enamorar como lo hizo él.
Con nadie sentí lo que sentía con él.
Con él, no sé, era mágico, lo veía y era feliz,
y cuando no lo veía, pensaba en él, por lo
tanto era feliz también.
Cada vez que salía con él sentía los
mismos nervios que siente una chica en una primera cita. Cuando estaba con él,
sentía mariposas en el estómago. Si, ya sé que es una frase echa, pero no hay
una frase mejor para describirlo. O mejor si,
eso, que me hacía sentir algo que es indescriptible, que solamente se puede
saber cuando se siente.
Pero bueno, como dije antes, se terminó todo en un momento, me sentí devastada y quizás pensé que fue lo peor que me podía haber pasado.
Es que, había encontrado la felicidad...
y ya la había perdido. Pero por suerte estaban mis amigos apoyandome, como siempre.
Cuestión, con el tiempo pude ir superándolo, si me lo cruzaba se me hacía un nudo en la garganta, pero lo evitaba. Por tanto evitar, terminé tapando o escondiendo mi sentimiento de extrañarlo, a tal punto de poder hablar tranquilamente con él.
Siempre seguí mi vida, era mi propósito después de terminar con él, seguir mi vida sin pensar en él. Y, aunque siempre dije que era así, nunca lo logré del 100%. Nunca pude decirle estas cosas a él, pero hoy decidí que eso cambie, por eso, me siento a escribirle una carta.
“Querido Tomás:”
No, yo no escribo así, ¿por qué lo haría ahora? Vamos a ser sinceras con la carta, que es la idea, así que a escribir como escribo siempre.
“Tomy:
Te preguntarás a qué se debe esta carta. Yo me pregunto lo mismo, pero me dió la necesidad de escribirla, quizás con una razón, pero tan mínima que no le da un fundamento en concreto. Pero, ¿qué mejor que escribir una carta en el momento que se quiere?
Esas son las mejores cartas, porque son bien espontáneas y sinceras. No te voy a
explicar eso justamente a vos, cuando yo ya te escribí muchísimas cosas en su
momento.”
Ahora que me detuve a pensar eso,
¿seguiría guardándolas en la cajita que le regalé? ¿las reelerá en algún
momento? No lo sé realmente.
“Realmente no sé cómo seguir esta carta, porque si bien lo que te tengo que decir es
importante, lo es sólo para mi, y seguro que para vos no.
Tampoco quiero hacer que lo sea, simplemente necesito que lo sepas. Tampoco sé si algún día vas a leer esto, no sé si te la voy a dar, quizás simplemente me la quede.”
En realidad no había pensado en eso, ¿se la iba a dar? ¿cómo? Quizás a último momento terminaba quedándomela, y habré escrito todo para nada. No sé para nada, porque en este momento es la única manera que tengo de descargarme.
“En estos tiempos, estuve más pensativa que de costumbre.
Si bien sabés muy bien que yo siempre me hago la cabeza y pienso a veces hasta de más las cosas, últimamente lo estuve haciendo con más profundidad. Te preguntarás qué será lo que pienso que puede llegar a interesarte.
En vos.
Creo que es por un tema de época del año. Imagino que sabes por qué lo digo.Hace mucho que no hablamos.
La última vez que te vi, te vi de lejos, te reconocí porque siempre te reconozco, incluso de espalda.
Y en ese momento se me frenó todo y no tuve mejor idea que irme.
A partir de ese día, que te vi después de mucho tiempo, desde ese instante, me quedé pensando en vos y en nuestro pasado. Tenía tantas ganas de aunque sea hablar con
vos para ver cómo estaba tu vida, pero no me animé, no
pude.”
Me había olvidado de ese día realmente,
esa noche que encima de por sí no era una buena noche, tuve que reconocerlo.
Nico decía que no era él (Nico es mi mejor amigo, con el que comparto todo), pero yo lo conozco mejor que a nadie, y puedo asegurar que sí era; y que volvía a cruzarmelo como en su momento en el mismo boliche. Ahora que lo pensaba bien, desde ese día había estado pensando en él.
Desde esa noche yo estaba media depre, y con bajones repentinos. Seguramente era ésa la razón.
“Siguiendo con el presente, estuve pensado en nuestro pasado; en
las cosas que pasamos y las secuelas que por lo menos a mí me quedaron;
en la cantidad de preguntas que siempre quise hacerte, pero nunca me dio la cara.
Tantas cosas me quedaron pendientes con vos...
Con vos aprendí tantas cosas... Aprendí lo que es amar, lo que
es admirar, lo que es pensar en el futuro, lo que es querer que
el siempre exista realmente, lo que es ser feliz por solo una persona, y tantas cosas más.
Lograste en mi un cambio enorme. Me hiciste conocer muchos sentimientos que no conocía, muchas sensaciones que no sabía que existían.
Cuando me dejaste,
quise olvidar todo eso, olvidarte a vos y a todas las cosas que pasamos juntos,
olvidar todos los lugares por los que estuvimos; prefería no conocer nada de eso
que vos me enseñaste (siendo o no conciente de lograr eso en mí) antes que tener
que ahora sufrir lo que sufría porque todo había terminado.
Ahí aprendí más cosas.
Aprendí lo que es odiar; lo que es pasar del amor al odio en un instante; querer olvidarme de algo, de alguien y de todo lo vivido con esa persona;
que no existe el siempre;
que las cosas positivas siempre traen negativas, y a veces hasta muy malas;
que no siempre todo lo que va vuelve;
que uno puede vivir en una burbuja sin darse cuenta de lo que realmente pasa, y cuando esa burbuja explota, todo es un CAOS;
aprendí también que siempre necesito el cariño de un hombre, y muchísimas más
cosas.”
Recién ahora notaba eso, en realidad había
cambiado, crecido, y madurado con Tomy a mi lado.
“Ahora, después de tres años, que me siento a pensarlo, me hizo
bien tu compañía de año y medio. No solo me hiciste bien vos,
también me hizo bien las cosas que vivimos, y obviamente, las cosas que
paralelamente aprendí.
Sin vos hoy en día no sabría lo que es el amor y no pensaría que es tan importante en la vida, como si lo pienso.Siempre quise poder abrirme como lo estoy haciendo ahora en persona, frente a vos.
Y te puedo asegurar que muchas veces que nos vimos, planée en hacerlo,
pero jamás me animé. Hasta hoy.
A ver, cómo decirlo sin que quede mal... Y, si lo voy a escribir sólo se puede de una manera. Escribirlo.
Te extraño.
Detesto decirlo, en verdad que lo detesto. En ningún momento, después de haber ‘superado’ el notenerte más, imaginé que iba a extrañarte, que iba a volver a sentir eso. Pero así es.”
Ahora mejor me detengo, si no la hoja
quedaría arruinada por las lágrimas y no era la idea. Quizás no me importa,
porque en una de esas ni siquiera iba a llegar a destino, pero no voy a pasar la
carta de nuevo, la idea era que sea así, sincera. Mejor, pienso que no hay drama
entonces si caen gotas de lágrimas a la carta, de esa manera iba a quedar mucho
más sincero. Pero no me da, no quiero que sepa que lamentablemente, lloro a veces por él.
“Por la manera en que estoy escribiendo, debes pensar que jamás me
olvidé de vos. O al contrario, que hasta hace poco jamás me acordé de vos.
Pero no es así.
Contradictorio, ¿no?
Pero es así, como siempre fue con vos todo. Contradictorio.
Me decías que me querías, al tiempito dejabas de decirmelo y cuando yo te lo recriminaba, terminabas la conversación con un simple ‘Te
quiero aunque no lo demuestre siempre’.
Claro, yo te creía, sabía que no tenía
sentido lo que me estabas diciendo teniendo en cuenta lo que quizás me decías
días anterior, pero no me importaba
porque yo quería creerte.
Tenía unas profundas ganas de que realmente sea así, de que realmente en el fondo me querías, pero jamás lo pude comprobar.
Se hace dificil saber cuando una persona es sincera sobre sus sentimientos, y más si se dice por una computadora.
Pocas veces pudiste decirme las cosas que me decías por mensajes de texto o por msn, en la cara.
Pocas o nulas.
Y es ahí cuando no demostrabas que me tenías aunque sea una pizca de cariño. Ahí me transmitías que no estabas seguro de la relación. Pero ahí es cuando yo, una vez más, lo tapaba con las cosas lindas que sí hacías. Quizás por esa razón nunca funcionó realmente lo nuestro.”
Nunca había pensado en esa posibilidad realmente.
Siempre le eché la culpa a él.
Nunca imaginé que podía llegar a ser mía,
o de ambos simplemente.
Era increíble poder llegar a esa conclusión. ¿Cómo no se me ocurrió antes? Tanto tiempo maldiciendolo para recién hoy darme cuenta de esto.
“No sé si lo mio con vos fue una obsesión, o qué fue realmente.
Pero a mi manera, y a tu manera, me hiciste
bien. Pero yo en este tiempo no me olvidé nunca de vos.
Pero tampoco te recordé todo el tiempo.
¿Raro no?
Demasiado, y no sé si podré explicartelo en palabras por escrito, tampoco sé si podría explicartelo cara a cara. Porque tampoco sé si tiene una explicación.
A ver, dejame pensar.Si bien yo quería olvidarte, aprendí de malas maneras, que no se puede olvidar. Es
imposible, y por la simple razón de que el pasado de una persona logra formar el presente de la misma, y obviamente el futuro de ella. No lo voy a negar, todo el tiempo quería olvidarme de vos y lo vivido, hubiera dado todo por
lograrlo.
Pero por suerte no lo logré, y aprendí antes de tiempo que no lo iba a hacer
nunca.
Esto no quiere decir que no sufrí. Por un año te lloré. Parece que hubiera pasado algo más grave, pero vos también pensá que yo tenía 15 añitos, y para mi eso era todo en ese momento.
Lloré y lloré. Empecé a faltar al colegio porque mis ojos estaban demasiado hinchados.
Eso fue al principio.
Después me digné a llorar y escribir en mi cuaderno.
Así de a poquito me curaba, así y releyendo tus cartas, te
sentía no tan lejos.”
Creo que sigo dando vueltas.
Es tan dificil abrirse.
Me pierdo, y pienso y pienso, y me doy cuenta de que estoy hablando ya de otra cosa.
“No sé a dónde voy con todo esto. No sé en qué momento va a terminar esta redacción, y en qué tan larga va a ser. Espero que no te aburras ni te canses de leer si es que lo estás leyendo.
Si no, si te la doy, te voy a decir en qué parte está lo más importante y/o interesante,
así vas directo a esa parte.
Me gustaría hacerte muchas preguntas. Muchísimas a decir verdad.
¿Me quisiste realmente? ¿Todas tus
palabras fueron sinceras? ¿Alguna vez te quedó algo por decirme? ¿Me dejaste por
la razón que vos me dijiste? ¿Alguna vez me engañaste? ¿ESO que pasó, influyó?
¿Dije algo? ¿Hice algo? ¿Faltó que haga algo? ¿Te gustaba otra? ¿Por qué
volviste después?
Son mínimas esas preguntas realmente… vos en mí fuiste, un punto y aparte.
Fuiste un muro gigante, bien alto, que dividió cosas. Fuiste un sello en mi vida.
Y nada ni nadie va a poder cambiar eso.
Si bien hoy puede ser que te extrañe, que extrañe a esa persona que conocí hace tres años, no quiero repetir más las historias con vos. Porque como dije antes, fuiste.
Pensar que pensé que yo iba a ser siempre débil con vos, pero el día que volviste por tercera vez te demostré que no era así.
Increíblemente pude decirte ‘no, no más’. Es el día de hoy que no lo creo.
Pero también es como leí una vez en un libro: ‘No consigo olvidarme de vos, fueron tantas cosas las que vivimos, tantos momentos
lo que pasamos, que ahora son solo recuerdos que jamás
volverán.
Te extraño y no solo a ti, extraño lo que soy cuando tú
estás aquí.
Explícame como hago para olvidar, el día en que te conocí, el lugar, como fue, como hiciste para convertirte en todo para mí, vení, enséñame, que no logro aprender como esto que nos pasó, se quedo tan grabado en mi corazón.’
Así es como me siento hoy, pero pese a ese sentimiento, no vuelvas. Si te pido esto, te preguntarás entonces, para qué te mando esto. Y la respuesta es simple… necesitaba
desahogarme, y decirte las cosas que jamás pensé que te iba decir algún día.
Sinceramente, gracias. Porque lograste un cambio en mí que no logró nadie
más; porque me hiciste vivir muchísimas cosas que con otro no hubiera podido;
porque me hiciste aprender, madurar; porque con vos entendí lo que es el amor, lo que es pasar del amor al odio en un instante; porque nuestra historia, me va a servir para siempre, para no cometer los mismos errores.
Sin más, me despido deseando que vos y tus cosas estén bien.
Te quise, mucho.
Cielo.”
Firmo, beso la hoja, y cierro el cuaderno.
Suspiro y pienso que es lo mejor que pude
haber hecho, que ahora me sentía libre.
Que por primera vez en mucho tiempo, había
podido decir todo lo que sentía a una persona a quién le tenía miedo.
Todavía no se qué voy a hacer, si se la voy
a hacer llegar de alguna manera o si me la voy a quedar para mi. Creo que se la
voy a mandar, pero por mail.
Quizás haga, sutilmente, que lo lea desde mi blog.
Sería genial saber qué va a pensar mientras vaya leyendo la carta. Sería no genial, espectacular. Pero sé que no va a pasar,
y espero no hacerme la cabeza con eso.
Por las dudas, voy a poner la carta en un
sobre, un sobre que hace tres años yo había preparado para Tomy y nunca se lo
dí. Obviamente, le voy a poner una notita que aclare que donde dice “Te
amo”, no es actual, es de hace años atrás.
También le voy a poner el perfume, que sé
que le gusta, o por lo menos le gustaba que haga eso.
Listo.
Con esto puedo sentirme hecha.
Y si bien nunca se va a borrar de mi cabeza,
sé que después de esta carta puedo abrirme a que entre otro en mi corazón. No va
a ser el único que marque mi vida, lo puedo asegurar. Pero el puesto de “Primer
amor”, siempre, pero siempre,
lo tendrá Él.